LA ESTRUCTURA INTERNA DEL RELATO.

Sacado del libro “Escribir” de Enrique Páez, Círculo de Lectores.

No es lo mismo planificar que estructurar un relato. Los estructuralistas, como ingenieros del lenguaje, cuyo máximo representante fue Ferdinand de Saussure, clasificaron las distintas partes del lenguaje. Desde los fonemas y los morfemas a las palabras y las frases. Basado en ese modelo, pero queriendo ir más allá de la frase para lleg ...ar al análisis estructural del relato. Roland Barthes parte de dos premisas:



1. Hay que analizar el relato en su materialidad: esto es, un discurso formado por un grupo de frases o conjunto de enunciados.

2. La totalidad del conjunto de enunciados o frases cuenta una historia.

De aquí se desprenden cuatro categorías o tipos en los enunciados, que debemos distinguir y que marcan la organización y estructura de un relato:


· Núcleos: son enunciados que muestran una transformación importante en la historia o en los agentes de la historia. Suelen coincidir con los puntos de giro de los guiones cinematográficos. Por ejemplo: no es un núcleo que Marta salga a dar un paseo por la ciudad y se tome un café, porque ese hecho no supone una transformación importante de la historia ni de Marta; pero sí debe ser un núcleo que a Marta se le muera su novio, la despidan del trabajo o le toque la lotería: cualquiera de esas cosas transformará su vida y el desarrollo del relato a partir de ese instante.

· Catálisis: son enunciados que muestran acciones y que se presentan como secuencias de acontecimientos que conectan dos núcleos. Por ejemplo: Marta se arregla y se pinta; sale de casa para recoger a su novio, Carlos, en el aeropuerto; saca el coche del garaje; conduce hasta una gasolinera; llena el depósito; sigue hasta llegar a Barajas...: todas esas son catálisis.

Supongamos que cuando Marta se encuentra con Carlos en el aeropuerto, él le dice que se ha enamorado de otra y que solo ha regresado para recoger sus pertenencias. Eso ya no es una catálisis, sino un núcleo, porque Marta tendrá que cambiar cosas (y más aún si, por ejemplo, estuviera embarazada de Carlos y aún no se lo hubiera dicho).

· Informantes: son enunciados que nos proporcionan datos accesorios de la acción o de los agentes de la acción. Por ejemplo: el café que se toma en el bar está frío, y el suelo está lleno de cáscaras de mejillones que, por un momento, le recuerdan la pescadería de su padre.

· Indicios: son enunciados que nos hablan de las cualidades de la acción o de los agentes de la acción, es decir, de la trama o de los personajes. Por ejemplo: si Marta , antes de salir de casa, recoge los análisis médicos en los que afirma que está embarazada, eso es un indicio, porque muestra una cualidad (embarazo) del personaje.

Hay enunciados que son mezclas de dos categorías: cuando Marta recoge los resultados del embarazo antes de salir al encuentro de su novio, es mitad catálisis (es una acción que se acerca a un núcleo: la ruptura con Carlos) y mitad indicio (ella está embarazada). Tras eso, nuevas catálisis (además de algunos informantes e indicios) nos irán acercando a otro núcleo obligado: decírselo o ocultárselo a Carlos. También es una mezcla, pero esta vez de informante y catálisis, si decimos que Marta, mientras espera a Carlos en el aeropuerto, bebe una coca-cola light y escucha una cinta de Ana Belén en un walkman: es informante porque habla de una forma de llenar el tiempo de una espera, y de una época determinada, así como de una sociedad de consumo y de cierto nivel adquisitivo.

Las categorías antes mencionadas marcan la organización y estructura de un relato, y todas ellas cumplen su función. Es frecuente, de todos modos, encontrar en los escritos de autores primerizos una buena cantidad de informantes, algunas catálisis y ningún núcleo.

El problema está en que sin núcleo no hay organización ni tampoco historia. En realidad, la historia, reducida al máximo, estaría constituida por los núcleos, que son finitos e indispensables. Las catálisis, informantes e indicios son expansivos: forman un relleno que puede llegar a ser casi infinito y que nos conduce de un núcleo a otro. Muchos de ellos (sobre todo informantes y catálisis puras, que no apuntan hacia ningún núcleo) son prescindibles, no son mas que floreros innecesarios en la historia.

En un cuento debe haber al menos uno o dos núcleos (tampoco muchos más, o nos iríamos al encuentro de la novela).

En las novelas puede haber dos grandes núcleos (puntos de giro) y unos cuantos subnúcleos (uno en cada capítulo). Un subnúcleo podría ser, por ejemplo que Marta, al día siguiente de su ruptura con Carlos, se tiña el pelo de azul. Pero para llegar a ese subnúcleo, desde el comienzo del capítulo tiene que haber indicios y catálisis que nos lleven hasta ahí. De algún modo, lo que introduce tensión dentro de cada capítulo tiene que ver con que haya un subnúcleo, o sea, un cambio dentro de la historia. Los subnúcleos tienen, dentro de la historia una triple función:

1. Sirven para dar dirección a las catálisis. De esa manera, el lector tienen la impresión de que avanza hacia alguna parte, hacia algo importante.

2. Sirven para saber cuántos informantes tenemos que eliminar. Los informantes tienden a multiplicarse sin fin cuando no estamos alerta.

3. Sirven también para tejer una red de indicios que apuntan hacia ese subnúcleo, aunque también encontremos indicios que apuntan a uno de los dos núcleos principales.

Si consideráramos un relato sólo como un conjunto de acciones que van desde el planteamiento al desenlace, eso marcaría una línea horizontal (eje X) que se desarrolla en el tiempo, de este modo:

Planteamientoà A à B à C à D à E... à Desenlace.

Donde A, B, C, D, E... son acciones del relato (más o menos largo).

Si así fuera, para construir una historia nos bastaría con informantes y catálisis. Pero no es así porque, utilizando solo informantes y catálisis, lo que podemos escribir no es una historia, sino un informe o un reportaje: en él se narran acontecimientos, pero no la esencia o el significado de esos hechos.

En un eje de coordenadas, los indicios y núcleos, que marcan cualidades y significados, forman un eje vertical, Y, del ser como esencia, sincrónico y semántico.

Informantes y catálisis marcan el hacer y el suceder, y forman un eje horizontal, X, diacrónico y sintáctico.

Un relato es, en realidad, el entramado del eje X (el hacer y suceder) y del eje Y (el ser).





UNA SUGERENCIA.



Si en un capítulo de una novela que estás escribiendo no hay ningún núcleo ni subnúcleo (porque lo has dejado para el siguiente capítulo, por ejemplo), y, por lo tanto, en ese tramo la historia que estás contando no cambia nada ni sufre transformaciones, entonces la pregunta que debieras responder es: ¿ Para qué has escrito esas doce páginas? ¿ Son realmente necesarias? Probablemente no. No tengas miedo de usar la papelera.



BIBLIOGRAFIA.



Barthes, Todorov y otros: Análisis estructural del relato, México, Coyoacán, 1998.

Los niveles de significación, la inserción de los relatos en sistemas jerárquicos más complejos de producción de sentido, la enunciación y la interpretación conforman el escenario teórico que un grupo de lingüistas, antropólogos y sociólogos nos ofrece en este libro. Un compendio de propuestas y ejercicios prácticos para adentrarnos en el estudio del discurso literario, como relato, como historia y como obra.



PONTE A ESCRIBIR.


Un relato que Chéjov nunca llegó a escribir, pero cuyo argumento dejó anotado en sus apuntes: << Un hombre acude a jugar al casino, y esa noche ganan una fortuna. Recoge las ganancias, regresa a su casa y se suicida.>> El desenlace es inesperado, así que tendrás que sembrar indicios que contradigan esa buena suerte, o que apunten hacia una desgracia previa mucho más terrible para que l a historia sea creíble. Ponte en la piel del jugador, construye el personaje, y muévelo hacia el desenlace. Tienen lógica imaginar que el motivo del suicida no sea la racha de suerte en el casino. ¿Lo tenia decidido desde antes? Si es así, no se lo cuentes al lector hasta llegar a las últimas líneas.

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